Exclusión Social
“Todos somos únicos y especiales. Si no creces como los demás, no desesperes, quizás estés echando raíces fuertes para tu floreciente futuro”
Marta decidió abandonar su vida, su trabajo y su familia y desconectar de todo. Demasiadas decepciones, fracasos en la vida, abandonos. Marta inició un viaje del que no sabría cuando volver y en el que su destino cambiaría para siempre.
Un día, caminando por las calles de Atenas, tropezó con varias personas que pedían limosna pero una le llamó poderosamente la atención. Se miraron. Conversaron. Marta abrió su corazón y le contó sus desdichas, a lo que aquella mujer comentó:
“Hace algún tiempo, decidí plantar un jardín de helechos y bambú. Dediqué mimo y atención a todas las semillas pero al año siguiente el helecho nació pero no así el bambú. Invertí todo mi esfuerzo, dinero y cuidados diarios en los dos y en especial al bambú. El segundo año, el helecho había hecho de mi jardín algo espectacular y el bambú seguía sin crecer. No me desesperé, no me cuestioné porque el bambú seguía sin crecer, a pesar de darle incluso más atenciones que al helecho. Y así, año tras otro año, mi bambú no nacía. Tanto esfuerzo ¿fue en vano? Nunca abandoné. Aún recuerdo aquella mañana en la que, pasados 5 años desde que planté el bambú, pude admirar sus primeros brotes. El sexto año, mi bambú creció 10 metros, todos aquellos años se fue preparando en silencio para sostener todo su peso…”
Hay que luchar por la paz en todos los rincones de la Tierra, perseverar, nunca abandonar. Toda acción, cada semilla cuenta. Si no vemos resultados, sabremos que estamos construyendo raíces indestructibles ante la grandeza por llegar.
Cáete mil veces, tienes derecho, pero levántate mil y una.
La perseverancia, voluntad y coraje son capacidades a pregonar en la vida y en el mundo.